Taylor Swift

Idea en una línea:
Llamada a los buenos. La gente valora la honestidad por encima de todo.
Trabajo la objeción: yo no sé.

INTRO
No sé si estás al tanto, pero hay movida con Taylor Swift.
Que igual tampoco sabes escribir su apellido, pero es que está gracioso.
Resulta que un chaval se ha dedicado a trackear y compartir en Twitter los vuelos de su avión privado, se ha visto que lo usa hasta para ir a cagar y la gente, que tiene muy poco que hacer, se le ha echado encima.
Que puedo entender a los folla2030, la tía tiene una huella de carbono nivel Roberto Dueñas, pero es que yo vengo a hablar de algo más importante.
Porque ayer, en una comida con gente interesante, debatimos sobre esto.
No sobre Taylor Swift y el ecoterrorismo, sino sobre cuánto, o cuánto no, le afectan las críticas a la gente a la que ya le va muy bien.
Porque se podría esperar que si eres Taylor Swift, tienes un avión y eres la estrella de la Superbowl, lo que haga un friki en su frikicuenta de Twitter te la debería sudar bastante, podrías hasta comprarle la cuenta, o la vida, pero no.
La tipa se ofende, le manda a los abogados y se hace más viral que los audios de Iker Jimenez.
Mi conclusión, y la gente interesante con la que compartía mesa estaban de acuerdo, es que no es tan fácil mantenerse al margen.
Puedes tener muchos aviones y muchos Grammys, pero hacen poco ante la crítica de eres mala gente.
Para no jugar el juego del ego tienes que ir muy sobrado.
Te lo cuento, y atención al hilo, porque Internet está lleno de gente dando consejos. Pero lleno lleno.
Y estoy un poco hasta las pelotas.
De verdad, igual es que me reflejo, pero estoy harto de gente super productiva y de rutinas de la mañana sacadas de un manual de perfección.
Así que vengo a decir, abiertamente, que eso me parece una patraña.
Nadie se levanta feliz a las 5 am.
Nadie prefiere ducharse frío.
Y nadie se pone a hacer burpees de madrugada con una sonrisa en la cara.
Y no es así porque no puede ser así.
Hemos venido a este puto mundo a chocar contra la realidad, para aprender, así que no me cuentes que tú nunca te chocas.
Te chocas, como Taylor Swift y como todos.
Para no chocarte tendrías que levitar, y aquí levitan dos. Ya sería casualidad que tú fueras uno.
El ego aprieta, y da igual cuánto intentes imponer tu perfección, que siempre encuentra la forma de apretar más.
Y acabo, porque yo hoy debería estar vendiéndote el taller de emails, pero me he liado. O igual no tanto.
Porque una de las cosas que más valora un lector, o cualquier al que le quieras vender algo, es que asumas tu imperfección.
La gente inteligente valora que le digas que no lo sabes todo, y si te pillan yendo en avión a por el pan prefiere que digas que ok, que pillada, que era muy tentador, porque no hay nada más falso que un humano perfecto.
Por eso una de las claves de una comunicación excelente es transmitir esa “sinceridad”, pero sin entregar tu autoridad.
Incorporas tus debilidades, para ganar fuerza.
Restas, para sumar.
La buena noticia es que hay una preciosa estrategia para ello. La mejor noticia es que conocerla, al menos de mi boca, es de pago.
Ya te imaginas donde la voy a contar:
Quedará grabado, por si tienes lío, o un viaje en avión.
Un saludo
Álvaro
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