Como ya no me queda épica, porque llevo todo el día entre niños y se me ha gastado, este email solo es un recordatorio.
Pero no del tipo que esperas.
No en plan “tu vida puede cambiar esta noche, o no cambiar”.
Ahora solo te escribo para decirte que si te apetece comprar, y lo haces, estará muy bien, pero si no, también estará muy bien.
Mi obligación ha sido intentar mover tu tarjeta poco a poco hacia mi datáfono, que te fuera picando más y más, pero si te pica y no te rascas, estará muy bien, y mi trabajo seguirá valiendo lo mismo, lo que sea.
Hemos puesto una hora límite para comprar, que es esta noche, y lo hacemos por varios motivos:
Primero, y obvio, porque la formación incluye un manual físico que debemos enviar, y el de la imprenta necesita fechas límite.
Y segundo, porque poner fechas límite funciona.
Pero ojo, de nuevo, no funciona solo.
Si solo te dedicas a poner una cuenta atrás porque lo has visto, pues no sirve, pero si lo encajas en todo el plan, pues probablemente sí.
Nosotros lo hemos encajamos en todo el plan.
Por eso ahora solo nos queda recordarte que mañana no se podrá comprar, y que la decisión es tuya, la que sea, y que así estará bien.