Las personas nos comunicamos a través de palabras, el lenguaje corporal o el lenguaje escrito. Cuando no sabemos comunicarnos claramente, podemos tener problemas con los demás. Desde que nacemos nos comunicamos con nuestros padres y durante toda nuestra vida aprendemos a comunicarnos con los demás.
Anteriormente hemos visto que todo lo que nuestros hijos aprenden en el hogar lo reflejan en otros sitios, así que vamos a trabajar en ejercicios que nos ayuden a comunicarnos en la familia. Estos también les servirán a ellos para que puedan comunicarse en la escuela o en otros sitios, si logramos que las familias se comuniquen mejor, cuando se comuniquen entre sí estaremos mejorando la comunicación en la comunidad.
No siempre es fácil comunicarnos con nuestros hijos e hijas, a veces tenemos muchas tareas y largas jornadas de trabajo. Cuando establecemos una comunicación con ellos logramos conocerlos más, saber lo que piensan, les damos nuestro apoyo y saben que pueden confiar en nosotros.
Para mejorar nuestras relaciones, es necesario que establezcamos una comunicación clara, directa y abierta, que nos enseña que las ideas y sentimientos de cada uno de los miembros de la familia son importantes.
Los principios que vamos a ver para tener una comunicación efectiva podemos aplicarlos con nuestra familia y también con la comunidad para practicarlos en distintas áreas.
Preocuparse de que el lugar sea adecuado para el diálogo: Cuando necesitemos conversar es importante localizar un sitio que no tenga interrupciones y sea conocido, para evitar distracciones que disminuyan nuestra atención.
Respeto mutuo: Debemos aceptar lo que sienten o piensan nuestros hijos e hijas aún cuando se equivoquen o no estemos de acuerdo con ellos. Es importante ayudarlos a darse cuenta de sus posibles errores, pero sin imponer, y demostrarle que aceptamos sus sentimientos a través de nuestro tono de voz y palabras. Si respetamos también podemos exigir respeto.
Actitud de escucha, no interrumpir, prestar atención: Si nuestros hijos e hijas quieren contarnos algo, tenemos que escucharlos con todos nuestros sentidos. No es lo mismo escucharlos cuando vemos la tele o estamos sacando cuentas, tenemos que mirarlos a los ojos y poner atención para que se sientan escuchados.
No necesariamente requiere estar de acuerdo con el otro, sólo escuchar: Para escuchar de verdad tenemos que ponernos en el lugar del otro mientras habla aunque yo pueda tener mi propia opinión respecto a la situación. Para expresar mi punto de vista tengo que saber lo que el otro está tratando de decir y puedo ayudar reflejando mis ideas y emociones cada cierto tiempo para complementar su conversación.
Tratar de no criticar: No debemos enjuiciar al otro, al hacerlo cerramos completamente el diálogo. Debemos evitar frases como “tú haces mal las cosas” o “eres un mentiroso”, comentarios del tipo “estoy preocupada por ti” o “si mientes siento que no puedo confiar en ti”, ponemos la atención en lo que siente quien dice el comentario y no invade a quién está hablando.
Darse la oportunidad para entender los sentimientos que detrás del que comunica o habla: La empatía es muy importante para que la comunicación fluya, pero es importante que no debemos “contagiarnos” completamente de lo que nos están comunicando, ya que por ejemplo si quien habla está enojado y yo comienzo a enojarme perderemos la oportunidad de dialogar y aprender de ello.
Tener congruencia entre lo que se dice y lo que se hace: Cuando una persona habla su lenguaje corporal también nos está expresando, al igual que su rostro o el tono de su voz. Cuando identificamos estos elementos y los asociamos tendremos un mejor entendimiento de lo que está sucediendo.
Hablar claro, conciso y concreto: Particularmente con nuestros hijos e hijas debemos hablar con palabras simples y ser concretos, para evitar discursos largos que no puedan entender o se aburran.
Dar espacios para preguntar: Cuando hablamos con los demás y particularmente con los niños y niñas debemos ser conscientes de que tienen derecho a preguntar. Sus inquietudes son fundamentales y les ayudan a desarrollarse y a conectarse con el mundo.
Reflexionemos: vamos a escribir una experiencia que hayamos tenido con nuestros hijos e hijas en en donde los hayamos enjuiciado, criticado, sermoneado y retado. También analicemos si su reacción fue como la que nos muestra la segunda columna o fue de otra manera. Cuando terminemos vamos a escribir la manera en que consideremos que debimos de actuar.
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Vamos a conocer otros puntos que nos ayudan a tener una conversación más eficiente con nuestros hijos.
Comenzar una conversación: Para iniciar podemos tomar en cuenta las preguntas o temas siguientes
-Vida cotidiana y amigos ¿Cuéntame 2 cosas que hayas hecho hoy en la escuela? en vez de ¿Qué hiciste hoy en la escuela? ya que podría responder nada y así cerramos la conversación.
-Otro buen comienza podría ser: ¿Cómo estuvo el día de hoy en una escala de 1 al 7? ¿Qué fue lo mejor (peor) del día (tareas, excursiones, etc)? ¿Qué sucedió hoy que tú no te esperabas?
-Para captar el interés podemos iniciar una conversación preguntándoles qué quieren contarnos o saber
-La hora de dormir puede ser un muy buen momento para compartir y hablar sobre las experiencias y problemas del día. El desayuno puede otro momento clave ya que todos están compartiendo la mesa.
Disponerse a escuchar:
-Prestar atención
-No interrumpir
No preparar la respuesta antes de que el otro termine de hablar “hablar para comprender y no para responder”
-Ponerse en el lugar del otro (empatía)
-No enjuiciar y prejuzgar (no suponer cosas)
Observar: Lo que se dice y lo que se hace es muy importante para entender al otro.
-Fijarse en el lenguaje corporal y expresión facial. Nos dan información de lo que nos quieren comunicar
-Demostrar interés en la conversación, mantener contacto visual y preocuparse de ser congruente con lo que se comunica de manera no verbal y verbal.
Responder: Si deseamos que nuestros hijos e hijas compartan sentimientos, opiniones, dudas o temores con nosotros debemos acogerlos en forma cálida.
-No de consejos cada vez que habla. Muchas veces solo quieren ser escuchados. Primero debemos entender y luego ponernos en su lugar.
-Háblele también con sus gestos, sonríale, mírelo, tómelo de la mano, acarícielo, ocupe un tono cálido y suave.
-Haga la conversación más cercana hablando de sus sentimientos y vida cotidiana
-Utilice frases que lleven a preguntas abiertas como: “cuéntame más”, “dime, te escucho”; “quieres decir algo más”; ¿para qué?; ¿qué es?; ¿cómo es?. Estas permiten más profundización y apertura.
-Demostrar que estoy escuchando preguntando “me preocupa mucho que”; “entiendo que te sientas así”; “me interesa lo que me dices porque”
-Es más útil que decir “cuando yo tenía tu edad” o “deberías haber hecho”
-Trate de entender lo que hay detrás del comportamiento de su hijo o hija y exprésele lo que le pasa a usted con eso
-No convierta la conversación en un “reto” o llamada de atención. Use palabras precisas, cortas y esenciales.
-No aproveche al ocasión para hablarle de todos los temas que tiene pendiente con él/ella, enfóquese en el tema principal
-Evite las comparaciones, recriminaciones y el uso de palabras hirientes o despectivas
-Recuerde cuando usted tenía esa edad
Haga cosas con sus hijos: Para una buena comunicación con nuestros hijos e hijas debemos tener una buena relación previa. Una actividad compartida puede ser un trabajo o entretenimiento que hagan juntos.
Reflexionemos: vamos a escribir una experiencia que hayamos tenido con nuestros hijos e hijas en en donde hayamos guardado silencio y escuchado, dimos la oportunidad de explicar, expresaron sus propios sentimientos y hablamos de forma clara, breve y directa. También analicemos si su reacción fue como la que nos muestra la segunda columna o fue de otra manera. Si por alguna razón esa situación no se ha presentado, vamos a escribir cómo nos gustaría que fuera una situación imaginaria. Ahora vamos a comparar si la reacción de nuestros hijos e hijas fue como la de la segunda columna o fue de otra manera. Anotemos nuestras ideas.
4.1 Comunicación
