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Protocolo intestinal reparador (empírico)

A lo largo de estos años me he encontrado con algunas personas que arrastraban molestias intestinales persistentes: hinchazón, digestiones pesadas, sensación de que “algo no termina de fluir”, incluso después de mejorar la alimentación.

Lo curioso es que algunos de ellos no tienen un diagnóstico clínico claro (otros sí pero esto para otro café), pero el malestar está ahí, condicionando su día a día.

De hecho, esto me ha pasado a mí también en el 2017 (por hacer el gañan).

Después de probar enfoques diferentes, tanto en mí como en algunos casos reales, hay un stack que ha demostrado resultados muy consistentes cuando lo aplicamos con continuidad durante varias semanas.

No es ninguna fórmula milagrosa ni te va a cambiar la vida en tres días. Pero si tu intestino lleva tiempo pidiendo auxilio, este protocolo puede marcar un antes y un después. No necesitas 15 botes ni vivir entre cápsulas: con tres principios activos bien elegidos, puedes hacer mucho.

Stack funcional para restaurar salud intestinal


Duración recomendada inicial: 8 a 12 semanas mínimo (después valorar si continuar o hacer algún cambio)
1. L-Glutamina (cualquiera)
Dosis: 5 a 15 g diarios
Toma: en ayunas, disuelta en agua templada. Si usas 10 g, dividir en 2 tomas (mañana y noche).
Función: Regeneración de la mucosa intestinal, soporte inmunológico y mejora de la permeabilidad.

2. Zinc L-Carnosina (Doctor’s Best PepZin GI)
Dosis: 75 mg x 2 al día (1 cápsula antes de comer y 1 antes de cenar)
Toma: 15-20 minutos antes de las comidas principales, con agua.
Función: Reparación de mucosa gástrica e intestinal, efecto antiinflamatorio local. Uno de los complementos más eficaces en síntomas persistentes sin causa clara.

3. Curcumina liposomal (ej. HSN LipocellTech 280 mg)
Dosis: 1 cápsula al día
Toma: con comida principal, idealmente almuerzo o cena.
Función: Antiinflamatorio sistémico y modulador de la microbiota intestinal. Relevante especialmente si hay historial de uso de AINEs o disbiosis.

EXTRA: 2 MANZANILLAS AL DÍA - CON 2 (SOBRES)
Observaciones clave
Este stack no pretende sustituir ningún diagnóstico médico. Es una herramienta práctica cuando los síntomas persisten sin una causa clara o tras haber descartado patologías mayores.
El contexto alimentario es clave: acompañar este protocolo con una dieta basada en comida real, sin ultraprocesados, sin alcohol, y con un mínimo de irritantes. Independientemente de que cumplas los macros pautados por mi.
No hace falta añadir probióticos en la mayoría de casos. De hecho, a menudo lo empeoran si se introducen sin criterio. En todo caso, se debe añadir yogur natural fermentado de calidad si se toleran bien los lácteos prácticamente a diario.
Este stack no solo lo he recomendado: lo he usado. En épocas de mucho estrés, viajes, comidas fuera de casa o simplemente momentos donde mi sistema digestivo pedía reset, volver a esta estructura me ha devuelto claridad física y mental.
Funciona. No rápido, no mágico. Pero funciona.

Frutas funcionales que suman (y alivian)

No hacen magia, pero bien usadas, ciertas frutas pueden convertirse en aliadas reales del intestino.
No todas son iguales: algunas tienen enzimas digestivas, otras favorecen el tránsito, y otras simplemente calman. A continuación, te dejo una selección basada en experiencia práctica, no en modas.
Papaya
Rica en papaína, una enzima natural que ayuda a digerir proteínas. Muy útil cuando hay sensación de pesadez o digestiones lentas. Además, su textura suave y su perfil bajo en FODMAPs la hace ideal para intestinos sensibles.
Piña
Contiene bromelina, otra enzima digestiva potente que reduce la inflamación local y mejora la descomposición de alimentos. Bien tolerada en la mayoría de casos, aunque conviene evitarla si hay sensibilidad gástrica alta.
Kiwi verde
Un clásico silencioso. Favorece el tránsito intestinal sin irritar y tiene un efecto prebiótico suave. Muy útil en personas con estreñimiento funcional sin necesidad de recurrir a fibra bruta.
Plátano maduro
Rico en almidones resistentes y muy digestivo. Ayuda a proteger la mucosa, aporta energía limpia y calma en casos de intestino irritable o diarrea. Cuanto más maduro, más fácil de digerir.
Y además —esto ya es experiencia pura, sin literatura académica de por medio— siempre que alguien me dice que no va bien al baño, mi respuesta es la misma desde hace años: “toma dos plátanos”.
Lo he recomendado a decenas de pacientes, familiares, incluso a mis propios abuelos (y créeme que convencer a un abuelo de que los plátanos no “estriñen” no es fácil). Pero funciona.
Manzana cocida (o al horno)
Al calentarla, su pectina se vuelve más biodisponible, lo que ayuda a calmar el intestino y a regular tanto el exceso como el déficit de tránsito. Excelente en fases de reparación.
Granada
Antioxidante, antiinflamatoria y con potencial para modular la microbiota. Puede usarse en fases más avanzadas, una vez que hay cierta estabilidad, como refuerzo.
No se trata de comerlas todas ni a diario (o si). Se trata de elegir bien, observar cómo responde tu cuerpo, y usarlas como parte de un enfoque realista, sabiendo que lo importante no es la papaya ni la pectina, sino el sistema completo que estás construyendo.
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