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Análisis del evento "Muerte de Qasem Soleimani"
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De "venganza" a "denuncia"

En un primer momento las reacciones del bloque iraní y de sus inmediaciones tuvieron un alto tono emocional y agresivo:
@Promesa de venganza
⁠
por parte de distintos agentes del régimen iraní, así como de sus organizaciones proxy y de países cercanos (recordemos
@Venganza chavista
⁠
, p.e.), mientras en países terceros cundía la preocupación debido a que dicha venganza se ejecutara y dónde y cómo dañaría a sus nacionales o sus intereses. La venganza era traducida por muchos como un miedo a la escalada, lo que se acrecentaba debido a las amenazas adicionales por parte de los norteamericanos (
@Futuras represalias
⁠
, p.e.), así como el lenguaje incendiario empleado por el presidente Trump (ver:
@Reacciones del Presidente Trump
⁠
). No pocos medios daban por hecho que ese lenguaje se traduciría en una cadena de eventos (p.e.,
@Al respecto del asesinato de Soleimani | El Ojo Digital
⁠
).
Sin embargo, varios eventos posteriores modifican completamente la narrativa:
El evento no escala: la muy medida respuesta iraní (
@Ataque iraní con misiles a bases americanas
⁠
,
@Respuesta iraní con misiles
⁠
) no obtuvo respuesta.
El
@Derribo de avión de pasajeros ucraniano
⁠
complicó la situación interna en Irán, que de demostraciones masivas de duelo y apoyo al régimen pasó a una situación mucho más compleja y explosiva, donde los opositores al régimen se unieron a los miles de familiares de las víctimas del derribo accidental.

En esas circunstancias, con la escalada controlada y la calle sin garantías de control, el régimen iraní dio un giro muy interesante y relativamente inesperado: cambió completamente el tono y se centró en la legalidad y la convivencia entre los pueblos. Los parlamentarios iraníes
@Piden pruebas de conexion Soleimani - ataques USA
⁠
, se amenazó con que
@Irán demandará a Trump
⁠
y el
@Parlamento iraní declara grupo terrorista al pentágono
⁠
. Se trata de un movimiento extremadamente inteligente: la respuesta final, de carácter político e institucional, se contrapone con gran facilidad a lo que presentan sin descanso como un asesinato de Estado por parte de un presidente imprevisible y un país que se sirve de ese medio con frecuencia.
Es pronto para afirmarlo con rotundidad, pero parece claro que esa batalla narrativa y de opinión pública no la perdió Irán y posiblemente la ganó a ojos de usuarios no completamente afines a EE.UU. y a la actual Presidencia.
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